París, año 2015. Los problemas en los barrios bajos son tan graves que el gobierno ha decidido aislar los ghettos con muros de hormigón. En su interior reina el caos, sin reglas, derechos ni leyes. Los habitantes se agrupan en bandas para sobrevivir, las cuales lo controlan todo. Un policía deberá infiltrarse en uno de estos barrios, el Distrito 13, con la ayuda de un vecino, para encontrar una bomba que ha sido robada por una de las bandas.
Distrito 13 (Banlieue 13 o B-13 en Francia) es el tipo de película que jamás habría visto sin una recomendación. La conocía de título, pero no me llamaba nada la atención hasta que leí un comentario al respecto. Después de animarme, confieso que sin ser la mejor película de la historia, resulta francamente entretenida.
La historia es tipiquilla (nada que no se haya visto en las pelis de Rescate de Carpenter, por ejemplo) con un par de giros (pequeños) inesperados, los diálogos y las actuaciones justitos, pero lo que mueve la película (la acción) está bastante bien llevado. Alejándose de tiroteos sin fin, la película se centra más en la acción a través de las artes marciales (en mi opinión, una de las pocas películas no asiáticas que lleva bien las peleas de este tipo) y en las persecuciones en plan Parkour, que dejan a las de Casino Royale a la altura del betún.
Una película que hará pasar un buen rato a los amantes del cine de acción con un puntillo diferente a lo que se ve últimamente. Los que busquen historias complejas y profundas en cambio, mejor que ni la miren.
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