domingo, 18 de mayo de 2008

Ping Pong


Tsukimoto Makoto (apodado Smile) y Hoshino Yukata (apodado Peko) son amigos desde la infancia a los que les une su afición por el ping-pong. Sin embargo, mientras que el primero es callado, frío y reservado; el segundo es un bocazas creído que se pone siempre por encima de los demás. Peko quiere llegar a ser el mejor jugador del mundo. Smile sólo quiere pasar el rato. La llegada de un jugador nuevo a la ciudad, acabará obligándoles a ambos a mirarse en el espejo, poniendo a prueba su amistad.

A primera vista, la idea de hacer una película sobre ping-pong puede parecer bastante tonta. No es que el tenis de mesa sea un deporte precisamente espectacular, así que plantear la historia sin aderezos visuales o cómicos puede echar atrás a más de uno. Aunque claro, no es que se pueda decir que sea una historia estrictamente sobre ping-pong.

Basada en el manga homónimo de Taiyo Matsumoto, la película muestra gran cantidad de tópicos que se pueden ver en el clásico manga deportivo: protagonistas arrogantes, competitividad extrema, entrenamientos absurdos... que vistos en imagen real con el mismo tratamiento que en un tebeo, pueden resultar un tanto ridículos. Y sin embargo es sólo una pequeña parte de lo que ofrece la cinta, porque Ping Pong es ante todo una historia sobre amistad, descubrir lo que uno quiere y esforzarse por conseguirlo.

Vi esta película por primera vez allá por el 2003. Acababa de ver Shaolin Soccer y buscando más películas por el estilo, me encontré con que la gente recomendaba mucho ésta. “Como Shaolin Soccer pero con ping-pong” decían. Nada que ver. Sí es cierto que el juego incluye efectos hechos por ordenador, pero son muy sutiles, principalmente para disimular que los actores son actores y no jugadores profesionales. Además, la película tiene un ritmo mucho más “personal”, sin la locura frenética de Shaolin Soccer.

Y sin embargo, a pesar de la “decepción”, no pude evitar quedarme encantado con la película. A pesar de los fallos que reconozco que tiene, la considero una de mis películas preferidas. Y aún hoy, después de haber perdido la cuenta del número de veces que la he visto, no puedo evitar una sonrisa cada vez que llega el final.


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